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Lizzie

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 Te vi bajo la luna de abril, como quien tropieza con la belleza en una calle vacía. Tu nombre: un susurro gentil que el viento no quiso borrar. Lizeth, estrella en mi cielo gris, mi mañana tibia cuando el mundo apenas respira. Te vi partir y con tus pasos partieron las estaciones. Tus ojos— mares sin fin. Yo, barquito sin ancla, naufragué con gusto, como quien se rinde no por debilidad, sino por querer quedarse. Tu risa, esa música sin pentagrama, todavía toca la madera de mis días más quietos. Lizzie, mi única fe, mi fuego sin temor, mi nombre escrito en el muro suave del corazón que no pide testigos para arder.

La Sabiduría de Gandhi

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La Sabiduría de Gandhi Cuando Gandhi estudiaba Derecho en la University College de Londres, un profesor llamado Peters no lo trataba bien y constantemente intentaba humillarlo. Un día, mientras el profesor almorzaba en el comedor de la universidad, Gandhi se sentó a su lado. Peters, molesto, le dijo: —Señor Gandhi, ¿sabe que un cerdo y un pájaro no pueden comer juntos? Gandhi, sin perder la compostura, respondió con una sonrisa: —Está bien, profesor, me voy volando. Y se cambió de mesa. El profesor, visiblemene enojado, decidió vengarse en el siguiente examen, haciéndole preguntas extremadamente difíciles. Sin embargo, Gandhi respondió brillantemente a todas ellas. Peters, frustrado, intentó ponerlo en aprietos con una pregunta: —Señor Gandhi, imagine que está caminando y encuentra una bolsa con sabiduría y otra con dinero. ¿Cuál elegiría? Gandhi respondió sin dudar: —Por supuesto que el dinero, profesor. Peters, con aire de...
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                                                        "Veinte Años y un Café" Nos conocimos en un rincón de la ciudad, entre tazas humeantes y versos  desbordados. Yo, profesor de literatura, con la nostalgia escondida entre las páginas. Tú, secretaria de mirada inquieta, tomando notas de un mundo que te quedaba chico. Fuimos un secreto escrito en la espuma de los cafés, un instante suspendido entre el tintineo de cucharas y poemas prestados. Nos hicimos cómplices de los atardeceres, del cine en blanco y negro y los libros sin dueño. La poesía nos abrazaba como un viejo mantel de café donde el amor dibujaba su historia en servilletas olvidadas. Pero la vida—impredecible y cruel— nos arrojó a orillas distintas. Dos hojas de otoño arrastradas por un viento que nunca preguntó. Veinte años después, en una ciudad que nos ign...
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                                                                                                                      A La Luz de un Sueño La luna llena vigila desde su trono de plata. Mi guitarra tiembla bajo dedos torpes, una melodía que aún no existe pero que sueña con ella. Ventanas abajo, otra luz despierta la noche. Sus pasos imaginarios deshacen el tiempo, bailan en el aire como si el suelo no fuera más que un recuerdo. Dos mundos ajenos, hilvanados por el azar de un día. El café de la esquina, el aroma compartido, su libro cayendo como un instante detenido. Mis manos temblorosas le devuelven las palabras, mi sonrisa callada se atreve a existir. Pero ...

Inolvidable

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  Inolvidable Hay un eco que grita en mi pecho, una llama que arde sin tregua. Donde miro, te encuentro: en la silueta del aire, en el abrazo de la memoria. Tu sonrisa descifra la sombra, como un faro en la piel del océano, como la única certeza en un mundo que a veces calla. Cada paso que das me nombra, cada latido tuyo es una grieta por donde la libertad se filtra. Eres mi canción sin final, una melodía que recorre mi sangre y dibuja versos en mi carne. En tus ojos se ahoga el desierto, mil galaxias se rinden ante tu marea, y cada palabra tuya abre puertas que no sabía cerradas. Mi alma cansada— tan llena de ti, tan llena de sueños— aprendió que el mundo canta porque existes.

Cuando la Insignia Era Nueva

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                                                    Cuando la Insignia Era Nueva   Capítulo 1: Asignación Forzada   Los Ángeles, 1982. La comisaría de LAPD en Parker Center vibraba con la energía de una ciudad al borde del caos . Sirenas , teléfonos sonando , el murmullo tenso de oficiales y secretarias . Era otro día en el infierno urbano .   John McClane, recién salido de la academia, ajustó el cinturón de su uniforme mientras cruzaba el umbral. Nervioso , pero sin mostrarlo . Tenía una reputación que construir , y la última cosa que quería era ser el novato que daba lástima .   —McClane, ¡ aquí ! —Ed Murphy, su jefe, lo llamó con la voz rasposa de alguien que llevaba décadas gritando órdenes . Junto a él , un tipo de aspecto desaliñado , chaqueta de cuero sobre el uniforme , ojos cansado...