El Tiempo se Congeló

Volví a la estación, sin urgencia, sin destino, y allí estabas tú, sentada en el andén, con la tristeza hecha sombra en tus ojos. Nunca supe si esperabas a alguien, o solo al recuerdo de lo que un día fuimos. Caminé despacio, fingí leer el diario, pero las palabras eran solo un disfraz para esquivar la verdad: todo aquí me hablaba de ti. Por un instante, el tiempo se rindió ante nosotros. La lluvia de la mañana quedó suspendida, las gotas como espejos rotos en el aire, y en ese cruce de miradas se abrió la herida intacta del beso que aún ardía en mi memoria. Hice de aquel momento mi refugio, escapé de la monotonía de la tarde gris y fría, y me quedé ahí, en la trampa dulce de un ayer que nunca supo marcharse.